Comentario
Otro aspecto de la relación del arte de este momento con los lenguajes tradicionales se pone de manifiesto en la persistencia con que se acude a las técnicas constructivas y ornamentales de origen hispanomusulmán, debido a su carácter suntuoso y funcional y a su utilización con criterios estéticos aselectivos. Las yeserías labradas o cortadas a cuchillo, las solerías de cerámica polícroma y las cubiertas con techumbres de madera con labores de lazo y estrellas o casetones fueron las técnicas más utilizadas en edificios civiles y religiosos.
Muy diferentes fueron las causas que hicieron posible el mantenimiento de la tradición mudéjar, relegada durante la Edad Media, salvo algunas excepciones, al ámbito de la arquitectura civil y popular y a la construcción de pequeñas iglesias. El impulso manifestado en esta corriente después de la Guerra de Granada responde, además de una política de reconstrucción derivada de los efectos de la guerra, a dos factores principales: uno, de índole socio-laboral; y otro, de carácter estético. La condición específica de los mudéjares les obligó a encargarse de ciertos oficios relacionados con la construcción que, en un principio, fueron desatendidos por la población vencedora. A través de éstos fueron incorporando a la arquitectura cristiana un sinnúmero de técnicas constructivas y ornamentales de procedencia islámica, que permitían la construcción de edificios cómodos y suntuosos con unos presupuestos sensiblemente más bajos que los manejados en la edilicia cristiana. No obstante, el éxito alcanzado por la tradición islámica no sólo se debe a estas causas, sino que en él intervienen diversos factores de carácter estético. Es muy conocida la costumbre de los reyes cristianos de vestirse y hacerse representar conforme a la moda morisca -costumbre muy afianzada en el estamento nobiliario hasta muy entrado el siglo XVI-, así como de decorar sus alcázares a la manera de los conquistados a los musulmanes, que con tanto esmero se dedicaron a reconstruir y a ampliar.
Este gusto conservado durante la Edad Media se manifiesta, lindando con lo exótico, en múltiples textos literarios de filiación humanista, así como en los relatos de los personajes más cultos de la sociedad del momento. A estos últimos corresponde la opinión de Jerónimo Münzer que, después de su visita a la Alhambra de Granada en 1494, concluía: "No creo, en fin, que en Europa se halle nada semejante, puesto que es todo tan magnífico, tan majestuoso, tan exquisitamente obrado, que ni el que lo contempla puede cerciorarse que no está en un paraíso, ni a mí me sería posible hacer una relación exacta de cuanto vi".
Aragón, Andalucía, Levante y las dos Castillas fueron las zonas de la Península donde el mantenimiento de las artes de tradición hispano-musulmana adquieren mayor interés, sin que por ello podamos descartar la aparición de algunos ejemplos en las zonas más septentrionales de España.